La mayor estructura que hay en la ciudad en ruinas es su cripta. Al otro lado de su enorme puerta de piedra hay un laberinto de pasadizos oscuros en los que duermen los muertos de Zulan-Thek: huesos putrefactos de gente influyente y sin importancia por igual, desde sencillos granjeros y obreros hasta magos, brujas y nigromantes ejecutados por practicar sus artes mágicas. Mientras atraviesas las salas en penumbra, los únicos signos de vida con los que te topas son una voz sollozante cuyo dueño no logras encontrar y el sonido de garras arañando desde el interior de una puerta de piedra cerrada que no te atreves a abrir. Estás deseando marcharte de este siniestro lugar, pero sabes que podría haber muchos secretos ocultos en él.