En este espacio interdimensional no hay aire. Incluso en los desolados pozos del Mundo subterráneo podíais sentir el frío viento que recorría las profundidades o el cálido gas nocivo que se elevaba del Mar de Brea. Pero aquí no hay nada: ni aire, ni atmósfera ni vida alguna salvo vosotros y las arañas cuya labor está casi completada.
Mientras reflexionáis sobre cómo puede existir algo así en este terrible mundo entre los mundos, oís un sonido similar al de un tejido que se estira y se rasga. En ese momento, una ráfaga de aire brota a vuestro alrededor, llenando la enormidad del reino como polvo en el vacío. Este viento debe de venir de alguna parte, y eso sólo puede significar una cosa: los mundos empiezan a fusionarse.