La Dra. Kensler está sentada en su mesa, tratando de concentrarse en su trabajo. En torno a ella hay papeles en montones bien dispuestos, la librería está en perfecto orden, justo como esperarías de ella. Pero el diario en el que escribe está saturado y descuidado. Se pasa la mano por el pelo y se deshace la coleta.
-No, no, no… -murmura mientras arranca un trozo de papel del cuaderno. Ves que usa una fotografía como marcapáginas al cerrar el diario con furia. Abre uno de los cajones de la mesa y tira dentro el papel arrugado, sin darse cuenta de cómo burbujea el miasma en su interior, ni de la pútrida bruma gris que brota de él…