Con un poco de sigilo, un poco de velocidad y mucha suerte, logras salir a las calles de La Habana por la puerta trasera del club. Un tiroteo continúa durante algunos segundos y cesa cuando tus atacantes se dan cuenta de que ya no estás dentro. Pese al fuerte latido de tu corazón en el pecho, tratas de escuchar alguna voz y oyes la de Desi, rota y ronca, al otro lado del edificio.
-Encontradlo, y acabad con él cuando lo hagáis -ordena. El sonido de su voz rechina en tu mente-. No podemos permitir que escape. Se escuchan pisadas en el pavimento cuando se separan para buscarte.