Cuando entras en su celda, encuentras a Daniel hecho un ovillo en un rincón de la estancia, sollozando y meciéndose en el suelo: -Sin máscara… Sin máscara… -repite una y otra vez. Lo ayudas a ponerse en pie y le preguntas qué recuerda sobre El rey de Amarillo, pero te interrumpe.
-¡Ya te lo he dicho! -exclama frenéticamente, con un brillo en los ojos, que tiene abiertos como platos-. ¿No lo recuerdas? La última vez que viniste aquí.
Sus palabras no tienen sentido. Acabas de llegar a este lugar… ¿no es así? -No, no, no… -tartamudea el hombre mientras se deja caer sobre el sucio catre que hay en un rincón de su habitación-. Nunca acabará. Nunca acabará hasta que ÉL desaparezca para siempre, ¿y nunca desaparecerá mientras estés aquí? ¡Sácame! Quiero salir—
Daniel grita pidiendo ayuda, pero la única respuesta que se produce es la criatura que emerge de pronto debajo de su catre. Antes de que puedas reaccionar, sus tentáculos se han enroscado en torno a su cuerpo para devorarlo entero. Sus últimos gritos quedan ahogados pro la enormidad de la criatura.