Entre el fragor de la guerra, una descarga de balas y morteros que hace temblar la tierra, Cookie recarga su fusil de manera lenta y metódica.
-¡Sargento Fredericks! -le llama una voz. Su compañero viene corriendo agachado por la trinchera mientras otra explosión cercana levanta una rociada de barro-. Los alemanes rompieron la línea anoche. Nos están rodeando. ¡Debemos irnos de aquí!
Cookie añade una bayoneta al extremo de su fusil y pregunta: -¿Ha dado la orden el teniente?
-El teniente Williams ha muerto -contesta el soldado, con un temor palpable en la voz-. Señor… está usted al mando.