Persigues al hombre que buscas por las lluviosas calles y entre la densa niebla, pero logra eludirte hagas lo que hagas. Lo único que ves es una pizca de rojo cuando vuelve a desaparecer de tu vista. En ese momento, rápida como el rayo y desapareciendo con la misma celeridad, una silueta informe desaparece de tu campo de visión, y con ella se va un trozo de una cabina telefónica cercana. Tras un momento de inquietud, te acercas poco a poco y examinas lo que queda de cabina. Tan sólo resta una sustancia ectoplásmica parecida al negativo de una foto sin revelar. Te lleva un rato volver a encontrar el rastro. Cuando lo haces, descubres que tu presa ha huido hacia el este, donde el Puente de la Torre se recorta en el horizonte.